Siempre
me he sentido atraída por la música. Recuerdo perfectamente las tardes
que pasaba escuchando música en el tocadiscos de mi abuela. Me escapaba de casa
cada vez que podía a casa de mis abuelos para suplicarle que me pusiese una
canción en el mágico tocadiscos. Por supuesto a mí no me dejaba tocarlo pues
era el tocadiscos que el abuelo le había regalado y el mayor tesoro de la casa
o por lo menos lo era para mi abuela y para mí. Era precioso, grande, de madera, brillante y
con unos dibujos en el frente que parecían olas.
Me
daba la sensación de que el tiempo se paraba, que nada podía pasarme cuando me
sentaba en el sofá junto a mi abuela y escuchábamos música sin preocuparnos por
nada. Sacaba de un cajón un montón de vinilos, yo elegía y ella lo ponía cuidadosamente.
Me encantaba coger entre las manos los vinilos, pasarlos uno a uno y escoger el
que en el momento más me llamara la atención.
Daba igual que canción eligiese eso era lo de menos, ella se sabía todas. Podíamos pasar horas que a mí me parecía que eran minutos. No sé si era la música, la compañía o el conjunto pero el primer recuerdo que tengo de la música es maravilloso y es gracias a ella.
Itxaso Echeverría Echeverría
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